Representantes y sus obras
Medardo Ángel Silva
Era originario de Guayaquil. Nació en 1898, un 8 de junio. Su vida estuvo marcada la pobreza; esta generó un sentimiento propio de rechazo y oprobio, a pesar de poseer un talento inmenso para las letras.
Por dificultades económicas debió abandonar sus estudios en el Colegio Vicente Rocafuerte. Eso no impidió que siguiera escribiendo y que su poesía, a tan temprana edad, fuera reconocida a nivel nacional e internacional.
Para ayudarse y colaborar con la familia, entró a trabajar a una imprenta. Estar trabajando allí le facilitó en 1918 la publicación de su primer y único libro de poemas: El árbol del bien y el mal.
Un año después de publicar su libro, el poeta tomó la cruenta decisión de acabar con su vida en frente de su amada. Según cuentan, era un amor no correspondido. Su poesía está marcada por ese aire melancólico y con una sabiduría que no correspondía con su edad.
Ernesto Noboa y Caamaño
Era originario de Guayaquil. Nació en 1891 y tuvo una posición acomodada desde la cuna. Leyó de pequeño a los poetas malditos y desarrollo una poesía delicada, nunca antes vista en Ecuador.
Era común verle en las noches de bohemia, habiendo consumido opio, recitando los poemas propios y de los grandes de Europa y América.
Tenía una sensibilidad desbordada que se vio elevada luego de su viaje al Viejo Continente a encontrarse con parte crucial de las raíces de sus letras.
Su vida no fue fácil por el hecho de ser adinerado, como creen muchos. Padeció de episodios de neurosis que le hacían consumir morfina para poder calmarse.
Publicó su libro Romanza de las horas en 1922. Por esta obra recibió grandes elogios, pero el reconocimiento no bastó y siguió la suerte de los decapitados cinco años después.
En 1927 se suicidó, dejando un legado literario inconmensurable al modernismo latinoamericano y a la poesía ecuatoriana.
Arturo Borja
Originario de Quito, nació en 1892. También tenía una posición acomodada, de ascendencia real. Fue uno de los más jóvenes en despedirse morir.
Su obra no es muy amplia, pero tiene un peso literario considerable; de hecho, fue el primero de los decapitados en mostrar claros rasgos modernistas en sus letras.
Con marcadas tendencias depresivas en sus poemas y en su vida misma, fue inspirado también por los poetas malditos, a quienes leyó y siguió. Viajó a Europa con su padre por problemas de salud en un ojo; allí tuvo contacto con las letras francesas.
A la corta edad de 20 años se casó y luego se suicidó con una sobredosis de morfina. Después de su muerte se publica formalmente su poemario La flauta de ónix y seis poemas más.
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